Muchas
eran las voces que, durante la primera gran crisis del siglo XXI, aclamaban la
ineficacia del sistema capitalista. Un modelo triunfante y consolidado tras la Segunda Guerra
Mundial, ahora puesto en cuestión y criticado en un mundo tocado por el
desempleo y las desigualdades.
Muchos pensábamos que se lidiaría
y resolvería la crisis encontrando un capitalismo más ético, más social y
responsable. Sin embargo, ha habido muy pocos pasos en ese sentido, los
gobiernos, abanderados legítimos de una sociedad exhausta, no han hecho grandes
cambios.
No está todo perdido.