Hace unos días vi en la televisión un documental sobre Corea del Norte en el que
los reporteros tenían que grabar sólo los supuestos logros del régimen
comunista y en donde los ciudadanos entrevistados contestaban siempre lo que
los mandatarios querían, sin la más leve crítica. La sensación era de opresión
total y el país entero parecía, y es, un cuartel.
Pero remontémonos al origen de la cuestión. El comunismo es una sociedad pensada por Marx y llevada a la práctica por Lenin, en la que los obreros crean un partido comunista formado por poca gente, pero muy ideologizada, que por medio de la revolución de la clase obrera llega al poder. Forma entonces un gobierno de clase que, por medio de la dictadura del proletariado, se dedica a desmontar el capitalismo, a suprimir las clases sociales y a controlar los medios de producción. De este modo crea un Estado controlado en su totalidad por el partido comunista y en el que finalmente todos son libres e iguales.
Ahí es donde se produce el fallo más clamoroso de la ideología marxista. Marx, que en sus libros explicó con detalle todo el proceso, al llegar a este punto no concreta nada y presupone que ese comunismo ideal llegará por sí solo cuando se den las condiciones previas.
Desde Rusia, que fue el primer país en aplicar las ideas de Marx hasta Camboya, que fue el último, el comunismo ha sido siempre un fracaso. Cuando los comunistas llegan al poder suprimen la libertad. Para ello eliminan o encarcelan a los ciudadanos que no creen en su sistema, convierten las elecciones en una parodia y se instalan en el poder con un dominio total; muy superior al que puede ejercer una dictadura de extrema derecha, que al permitir el capitalismo no controla todos los medios de producción y por tanto no todos los ciudadanos trabajan para el Estado.
Las viviendas, las fábricas, las tiendas, las minas,… todo pertenece al Estado y el único modo de trabajar es que ese estado te dé trabajo. La moneda deja de ser convertible, con lo cual puede ser manipulada a su antojo y los planes quinquenales de producción marcan el futuro de todo lo que se fabricará en los próximos cinco años, sin ninguna flexibilidad.
Después de todo este inmenso control por parte del dictador de turno y del partido comunista, no hay ningún medio legal para que haya una alternancia de poder o para que los ciudadanos puedan expresarse o decidir libremente.
El país se convierte en una inmensa prisión y los ciudadanos en marionetas del poder ultracentralizado. Los campos de concentración proliferan por doquier y todos los disidentes acaban muertos o en trabajos forzados. Pero no para ahí la cosa, mantenerse en el poder por medio del terror requiere estar siempre atento. El dictador tiene dominados a todos los ciudadanos, que aunque quieran no podrán sublevarse, pero para eso necesita el apoyo de los miembros de su partido. Y ahí aparece el temor a ser derrocado por uno de los suyos. El siguiente paso, por tanto, es purgar el partido, Cualquier miembro destacado del mismo acabará eliminado o en trabajos forzados, para evitar que a nadie se le pase, ni siquiera por la imaginación, intentarlo. Sólo los lameculos y demás abyectos, que se lo deben todo al gran dictador, permanecerán en sus puestos y su buen nivel de vida, pues aparece una nueva clase social formada por el aparato del partido, se lo deberán a él.
Esto generará con el tiempo una enorme corrupción y una desigualdad que hará que el sistema se vaya pudriendo desde dentro y pueda desaparecer, por causas internas, después de muchos años. Sin nombrarlo, he contado brevemente la evolución dela Unión Soviética
hasta su caída.
Veamos ahora el caso coreano. A Corea el comunismo le llegó desde fuera, no fue una revolución de la clase obrera interna, sino la consecuencia de los últimos coletazos dela Segunda Guerra
Mundial. Alemania se había rendido y Roosevelt temiendo que la guerra contra
Japón se alargara todavía durante años y costara muchas bajas americanas tuvo
la brillante idea de pedirle al taimado Stalin que le declarara la guerra a
Japón y atacara desde el extremo de Siberia. Los rusos ocuparon rápidamente el
norte de Corea, entre otros territorios, y cuando la guerra acabó en poco
tiempo, debido a la bestialidad americana de arrojar dos bombas atómicas sobre
población civil; Stalin siguió ocupando el norte de Corea y creó enseguida un
gobierno comunista títere dirigido por el Gran
Líder Kim il Sung.
Este siniestro personaje que había luchado contra los japoneses en las milicias comunistas chinas y posteriormente en el Ejército Rojo soviético, fue elegido con el apadrinamiento de Moscú, líder del comité popular provisional. En 1948 con el comienzo dela Guerra Fría
pasó a ser Primer Ministro y líder del Partido del Trabajo de Corea. En 1950
siendo títere de Rusia inició la guerra por la reunificación de Corea, que a
efectos prácticos no consiguió controlar ningún territorio de Corea del Sur,
puesto que después de tres años de lucha la frontera volvió a quedar
aproximadamente en el mismo paralelo 38 del que había partido.
Pero la devastación del país le sirvió para iniciar los planes quinquenales, copiados dela Unión Soviética , y por tanto la
colectivización agraria, el desarrollo de la industria pesada, la
militarización, etc. En resumen la centralización del poder en sus manos y el
desarrollo hasta la exacerbación del
culto a la personalidad del líder. Mientras la URSS y China mantuvieron buenas relaciones entre
ellos Kim se mantuvo neutral, pero cuando ambas potencias comunistas entraron
en conflicto se decantó por la
URSS pero creando un sistema autárquico cuya ideología
denominó JUCHE y que aisló cada vez más al país. (Por curiosidad intenté leer el libro, una especie de
libro rojo de Mao, pero era infumable y no conseguí pasar de la décima página.
Los libros del Gran Líder, sin duda, forman parte de la tortura intelectual
del comunismo norcoreano).
A partir de ahí todo se redujo a perpetuarse en el poder bajo un régimen de terror, apoyándose no sólo en el partido sino también en el ejército, sobredimensionado con la excusa del miedo a una invasión surcoreana y estadounidense.
Al reducirse el comercio exterior, tras la llegada al poder en China del reformista Deng Xiaoping y tras la desaparición del bloque soviético, los problemas de Corea del Norte aumentaron exponencialmente. Se estima, según fuentes de UNICEF, que entre los años 1995 y 1999, de uno a dos millones de personas fallecieron por falta de alimentos en Corea del Norte.
Sin duda, lo más original de este régimen comunista es el hecho de ser hereditario. El incompetente Kim Jong-il, hijo de su primera mujer se convirtió en su sucesor en 1994, en plena hambruna. A su muerte en 2011 fue sucedido por su hijo Kim Jong-un. Tres generaciones se suceden como en una monarquía en el poder, y todo sigue igual.
Pero los campos de concentración, al parecer cuatro en la actualidad, pero unos doce en otras épocas, recuerdan a todos los norcoreanos que cualquier “error” puede conducirlo hasta allí a él y a toda su familia hasta tres generaciones, como demuestran los testimonios de los exiliados nacidos en dichos campos, en los cuales se tortura, se asesina, se viola y se degrada a las personas, dejándolas en muchos casos morir de inanición.
Por último para demostrar que la política de terror y purgas sigue vigente, como en los mejores años de Stalin, tenemos la ejecución de Jang Song-thaek a finales de 2013, tío del actual presidente y segundo hombre fuerte del régimen. Posteriormente toda su familia, hijos, nieto,… también fue ejecutada.
Por más que nos horrorice el país, que cuenta en la actualidad con armas atómicas, no saldrá del comunismo, si la historia se repite, hasta que una revolución interna no derroque a la cúpula actual gobernante y eso tendrán que hacerlo los propios coreanos y no la intervención extranjera. Sólo entonces conoceremos mejor la realidad de los norcoreanos, hoy en día difusa y caricaturizada por documentales y películas occidentales.
Pero remontémonos al origen de la cuestión. El comunismo es una sociedad pensada por Marx y llevada a la práctica por Lenin, en la que los obreros crean un partido comunista formado por poca gente, pero muy ideologizada, que por medio de la revolución de la clase obrera llega al poder. Forma entonces un gobierno de clase que, por medio de la dictadura del proletariado, se dedica a desmontar el capitalismo, a suprimir las clases sociales y a controlar los medios de producción. De este modo crea un Estado controlado en su totalidad por el partido comunista y en el que finalmente todos son libres e iguales.
Ahí es donde se produce el fallo más clamoroso de la ideología marxista. Marx, que en sus libros explicó con detalle todo el proceso, al llegar a este punto no concreta nada y presupone que ese comunismo ideal llegará por sí solo cuando se den las condiciones previas.
Desde Rusia, que fue el primer país en aplicar las ideas de Marx hasta Camboya, que fue el último, el comunismo ha sido siempre un fracaso. Cuando los comunistas llegan al poder suprimen la libertad. Para ello eliminan o encarcelan a los ciudadanos que no creen en su sistema, convierten las elecciones en una parodia y se instalan en el poder con un dominio total; muy superior al que puede ejercer una dictadura de extrema derecha, que al permitir el capitalismo no controla todos los medios de producción y por tanto no todos los ciudadanos trabajan para el Estado.
Las viviendas, las fábricas, las tiendas, las minas,… todo pertenece al Estado y el único modo de trabajar es que ese estado te dé trabajo. La moneda deja de ser convertible, con lo cual puede ser manipulada a su antojo y los planes quinquenales de producción marcan el futuro de todo lo que se fabricará en los próximos cinco años, sin ninguna flexibilidad.
Después de todo este inmenso control por parte del dictador de turno y del partido comunista, no hay ningún medio legal para que haya una alternancia de poder o para que los ciudadanos puedan expresarse o decidir libremente.
El país se convierte en una inmensa prisión y los ciudadanos en marionetas del poder ultracentralizado. Los campos de concentración proliferan por doquier y todos los disidentes acaban muertos o en trabajos forzados. Pero no para ahí la cosa, mantenerse en el poder por medio del terror requiere estar siempre atento. El dictador tiene dominados a todos los ciudadanos, que aunque quieran no podrán sublevarse, pero para eso necesita el apoyo de los miembros de su partido. Y ahí aparece el temor a ser derrocado por uno de los suyos. El siguiente paso, por tanto, es purgar el partido, Cualquier miembro destacado del mismo acabará eliminado o en trabajos forzados, para evitar que a nadie se le pase, ni siquiera por la imaginación, intentarlo. Sólo los lameculos y demás abyectos, que se lo deben todo al gran dictador, permanecerán en sus puestos y su buen nivel de vida, pues aparece una nueva clase social formada por el aparato del partido, se lo deberán a él.
Esto generará con el tiempo una enorme corrupción y una desigualdad que hará que el sistema se vaya pudriendo desde dentro y pueda desaparecer, por causas internas, después de muchos años. Sin nombrarlo, he contado brevemente la evolución de
Veamos ahora el caso coreano. A Corea el comunismo le llegó desde fuera, no fue una revolución de la clase obrera interna, sino la consecuencia de los últimos coletazos de
Este siniestro personaje que había luchado contra los japoneses en las milicias comunistas chinas y posteriormente en el Ejército Rojo soviético, fue elegido con el apadrinamiento de Moscú, líder del comité popular provisional. En 1948 con el comienzo de
Pero la devastación del país le sirvió para iniciar los planes quinquenales, copiados de
A partir de ahí todo se redujo a perpetuarse en el poder bajo un régimen de terror, apoyándose no sólo en el partido sino también en el ejército, sobredimensionado con la excusa del miedo a una invasión surcoreana y estadounidense.
Al reducirse el comercio exterior, tras la llegada al poder en China del reformista Deng Xiaoping y tras la desaparición del bloque soviético, los problemas de Corea del Norte aumentaron exponencialmente. Se estima, según fuentes de UNICEF, que entre los años 1995 y 1999, de uno a dos millones de personas fallecieron por falta de alimentos en Corea del Norte.
Sin duda, lo más original de este régimen comunista es el hecho de ser hereditario. El incompetente Kim Jong-il, hijo de su primera mujer se convirtió en su sucesor en 1994, en plena hambruna. A su muerte en 2011 fue sucedido por su hijo Kim Jong-un. Tres generaciones se suceden como en una monarquía en el poder, y todo sigue igual.
Pero los campos de concentración, al parecer cuatro en la actualidad, pero unos doce en otras épocas, recuerdan a todos los norcoreanos que cualquier “error” puede conducirlo hasta allí a él y a toda su familia hasta tres generaciones, como demuestran los testimonios de los exiliados nacidos en dichos campos, en los cuales se tortura, se asesina, se viola y se degrada a las personas, dejándolas en muchos casos morir de inanición.
Por último para demostrar que la política de terror y purgas sigue vigente, como en los mejores años de Stalin, tenemos la ejecución de Jang Song-thaek a finales de 2013, tío del actual presidente y segundo hombre fuerte del régimen. Posteriormente toda su familia, hijos, nieto,… también fue ejecutada.
Por más que nos horrorice el país, que cuenta en la actualidad con armas atómicas, no saldrá del comunismo, si la historia se repite, hasta que una revolución interna no derroque a la cúpula actual gobernante y eso tendrán que hacerlo los propios coreanos y no la intervención extranjera. Sólo entonces conoceremos mejor la realidad de los norcoreanos, hoy en día difusa y caricaturizada por documentales y películas occidentales.
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