Un Genocidio que no se puede llamar genocidio.


Por supuesto estamos hablando del primer genocidio del siglo XX, el armenio.
El pasado 24 de abril de 2015 se conmemoró en Armenia el centenario del comienzo de dicha matanza. A la conmemoración asistieron los presidentes de Rusia y Francia, entre otros, pero no el de EE UU. En Rusia viven más de dos millones de armenios y a Putin, aislado por Occidente por la guerra de Ucrania, y siendo Armenia su mejor aliado en la zona transcaucásica, (recuérdese su invasión de Georgia de 2008) le interesaba estar presente. A Hollande, que pierde popularidad en Francia, que cuenta con casi un millón de ciudadanos de origen armenio, y cuya opinión pública está sensibilizada con dicho genocidio, le venía muy bien para su imagen.

Por el contrario a Obama, que tiene entre sus ciudadanos millón y medio de armenios, le fue imposible asistir, a pesar de estar al final de su segundo mandato y poder hacer casi lo que le dé la gana, (recuérdese el acercamiento a Cuba), ya que eso hubiera supuesto enemistarse con Turquía, su mejor aliado de la zona. EE UU tiene suficientes problemas en Oriente Medio, Estado Islámico, acercamiento a Irán, bombardeos en Gaza, guerra en Yemen, … como para buscarse nuevos enemigos.

Por cierto en España, a pesar de contar con unos cincuenta mil, no sabemos nada de los armenios ni de su actual país. ¿Sabrías situarlo en el mapa?


Geopolítica, genocidio, Balcanes, Georgia, Rusia
Armenia entre sus vecinos.©Opiniatras
Ahora sí, retrocedamos un siglo y veamos porqué ocurrió esta matanza.

Turquía no se llamaba así todavía y era el Imperio Otomano. Los turcos a lo largo de siglos habían ido avanzando hacia el oeste, desde el Turquestán, y habían conquistado el Imperio Bizantino, tomando Constantinopla en 1453. Entre los pueblos conquistados estaban los armenios, pueblo milenario con lengua, alfabeto e iglesia católica propia.

Posteriormente siguieron avanzando por Europa y llegaron a las puertas de Viena.

A comienzos del siglo XIX domina toda la península balcánica al sur del Danubio, todo Oriente Medio hasta Mesopotamia y Arabia, y el norte de África.

Pero es un imperio en decadencia y empieza a perder territorios, que se harán independientes como Grecia y Serbia o que pasarán a manos de otros imperios como Bosnia o Egipto.

Rusia, Austro-Hungría, Gran Bretaña y Francia están interesados en repartirse los despojos de este Imperio. Pero el Imperio todavía tiene capacidad de reacción. El sultán Abdul Hamid II llega al poder en 1875 y en 1877-78 libra y pierde una guerra en el interior de Anatolia contra Rusia. Los armenios son acusados de traición y colaboración con Rusia. El sultán alienta a las bandas kurdas y circasianas llamadas Hamidiyé a saquear a los armenios dando muerte a los que se resistieran.

Por aquella época se celebró la Conferencia de Berlín, en la que las grandes potencias se repartieron las colonias de África y de medio Mundo. Allí se presionó al sultán para que diera autonomía a los armenios. Este concedió una cierta autonomía a regañadientes pero pronto la suprimió de facto, pues creía que ocurriría como con los búlgaros, que se aprovecharían para conseguir su independencia. Pero el germen del nacionalismo ya estaba creado y surgen en el exilio partidos armenios que buscan esa independencia.

A mediados de 1895 el sultán ordena que se masacre a los armenios relacionados con partidos políticos o misiones religiosas de cualquier tipo. No había un plan establecido, pero se sembró el terror en todas las ciudades de Anatolia. Algunos armenios se resistieron lo que provocó nuevas masacres, esta vez en la zona de Estambul.

Durante ese tiempo convulso hace su aparición el nacionalismo turco. Un grupo de militares crea en Salónica (ciudad en aquella época poblada mayoritariamente por judíos sefardíes y turcos y no tanto por griegos) el Partido de los Jóvenes Turcos. En su programa prometían construir un estado laico, con igualdad de derechos y garantías, también para las minorías no turcas. Este partido consigue derrocar del poder a Abdul Hamid y nombra sultán a su hermano Mehmet V. Los Jóvenes Turcos llegan al poder e instauran un Parlamento con todas las etnias, pero en el fondo buscan la “turquificación”, o sea la asimilación de todos los pueblos a la lengua y cultura turca.

Comienza a gobernar un triunvirato de jefes militares, que sólo tendrán que esperar el momento, comienzo de la Primera Guerra Mundial (PGM), para intentar el proyecto del panturquismo, o sea la unión con los pueblos turcos del Asia central. Sólo encuentran dos barreras para lograrlo, Rusia contra la que lucharán en la PGM y el pueblo armenio, al que consideran inasimilable y al que es mejor eliminar. La posibilidad de gozar de derechos similares a los turcos se esfumó con la matanza de armenios de Adana, entre quince mil y treinta mil, tras una revuelta provocada por fuerzas reaccionarias en 1909.

El triunvirato elaboró un plan mucho mejor planificado y ejecutado que el del sultán Hamid II. El desencadenante para poder llevarlo a cabo fue el ataque ruso de la región de Kars. El ejército ruso contaba en su ejército con tropas armenias y el gobierno otomano lo consideró un peligro, teniendo en cuenta que dentro de sus fronteras vivían dos millones de armenios. La toma rusa de la ciudad de Van puso en ejecución el plan de exterminio.

Se comenzó por el desarme de la población, a la que se había dado armas por la guerra contra los rusos. Seguidamente se detuvo en Estambul, el 24 de abril de 1915, a la élite armenia, formada por unos seiscientos políticos, intelectuales, artistas y eclesiásticos, que podrían haber organizado una defensa eficaz. Se les trasladó a cárceles del interior del país donde fueron juzgados y ejecutados.

El tercer paso fue la aniquilación de los hombres. Enrolaron en el ejército turco a todos los hombres entre 15 y 45 años. No se les entregaron armas y se les obligó a cavar trincheras que se convirtieron en tumbas tras su fusilamiento. Otra manera fue convocar en las afueras de las ciudades a todos los comerciantes y profesionales de renombre y ejecutarlos.

El cuarto paso fue la deportación o eterna caravana hacia la muerte. A los hombres enfermos, mujeres y niños, por orden de Taleat, uno de los tres miembros del triunvirato, se les decía que iban a ser reubicados en regiones donde no hubiera guerra. Se planificaron las rutas que debían conducir sin víveres a los armenios hasta el desierto de la actual Siria, entonces otomana, a un lugar llamado Deir el-Zor donde serían arrojados a pozos naturales y quemados. Las posesiones armenias fueron saqueadas, muchas mujeres acabaron violadas o en harenes, y se amenazó a los musulmanes con pena de muerte si acogían a los infieles cristianos.

Si no se consumó en su totalidad el plan fue por la lucha organizada de rebeldes armenios que retrasó meses la aniquilación y por la huída a Rusia y otros lugares de algunos grupos.

La PGM acabó con la derrota otomana. El triunvirato fue expulsado del país por los vencedores. Algunos armenios volvieron tras el tratado de Sevres, que les prometía siete provincias en Anatolia y los griegos invadieron el suroeste de dicha península. Es entonces cuando Mustafá Kemal el vencedor de Gallipoli toma el poder e inicia una política de reconquista masacrando a griegos, armenios, kurdos y todo aquel que se le oponga. Será el final de la minoría armenia. La firma del tratado de Lausana ratificará las fronteras de la actual Turquía. El lema del padre de los turcos (Atatürk), “Turquía para los turcos” le convertirá en un líder carismático. La modernización y occidentalización del país le convertirán en referente hasta la actualidad.

Reconocer la eliminación de los armenios como genocidio supondría poner en evidencia al padre de la Patria, algo impensable; por otra parte, alentaría la petición de indemnizaciones por parte de aquellos descendientes de los armenios, griegos, asirios, … Resulta más sencillo matizar la realidad e impedir por todos los medios que aparezca la palabra clave GENOCIDIO.

Una palabra que la Historia ha relacionado en demasiadas ocasiones con el nacionalismo, la ideología que más muertes ha causado en los últimos dos siglos.

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